713 - Saúl, el desobediente. 1Sa 13:13

Descansando en Dios - En podcast av Francisco Atencio

713 – 1Sa 13:13 Saúl, el desobediente. Entonces Samuel dijo a Saúl: Locamente has hecho; no guardaste el mandamiento de Jehová tu Dios que Él te había ordenado; pues ahora Jehová hubiera confirmado tu reino sobre Israel para siempre. La soberbia que levanta el corazón en auto confianza llevará de seguro a la destrucción. Dios nunca fallará ni abandonará a los que confían en Él y que son pequeños a sus propios ojos. La mañana de la vida de Saúl serena, resplandeciente y llena de promesas termina en este capítulo por desobediente; ahora inicia su mediodía nuboso y amenazador; su tarde será fría, oscura y tempestuosa; la noche será terrible con el turbión de la desesperación y de la negrura del suicidio. Comenzó su vida con un día de gracia, y la acabó con “la paga del pecado” (Ro 6:23). Seguirá reinando con el poder de la carne y no del Espíritu Santo. 1. El deber de Saúl estaba claro. Samuel había dicho a Saúl: “Espera siete días, hasta que yo venga a ti y te enseñe lo que has de hacer”. (1Sa 10:8). Saúl estaba perfectamente definido; tenía que actuar conforme a las ocasiones que se le presentaran (1Sa 10:7) hasta que llegara esta crisis, y entonces debía esperar a Samuel. Nuestra responsabilidad será conforme a la luz que tengamos. Si, como Saúl, estamos conscientes de haber sido escogidos por Dios, y ser partícipes de la santa unción (1Sa 10:1), entonces la palabra de Dios debe ser la ley absoluta de nuestra vida. “Este es el camino, andad por él; y no echéis a la mano derecha, ni tampoco torzáis a la mano izquierda.” (Is 30:21). 2. La fe de Saúl fue puesta a prueba. Los filisteos se habían reunido en gran número para luchar contra Israel (1Sa 13:5). Saúl había tocado la trompeta por toda la tierra, y convocado a los hebreos a que se reunieran con él en Gilgal. Mientras que se tardaba allí durante siete días, según el tiempo establecido por Samuel, “el pueblo se le desertaba” (1Sa 13:8). Algunos aprovecharon el retraso de Samuel y se escondieron (1Sa 13:6). Saúl mientras esperaba a Samuel, veía que las fuerzas de Israel disminuían. La fe de Saúl fue puesta a prueba “para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo,” (1Pe 1:7). “Es necesario que Él crezca, y que yo mengüe.” (Jn 3:30). 3. El fracaso de saúl fue grande. “Dijo Saúl: Traedme holocausto y ofrendas de paz… Y cuando él acababa de ofrecer el holocausto, he aquí que venía Samuel” (1Sa 13:9-10). Saúl no esperó y escogió su propio camino, y se apartó del propósito y del favor de Dios. Cada creyente tendrán su tiempo de prueba. Tan pronto como Jesucristo fue bautizado con el Espíritu fue llevado al desierto para ser tentado (Mr 1:10-13). Si Abraham hubiera fracasado cuando fue probada su fe, nunca habría llegado a ser el “Padre de los creyentes”. “Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios,” (Ro 4:16, 20). El camino a la honra y utilidad en el servicio de Dios es “mantenerse firme como viendo al Invisible”. (He 11:27). Las pruebas planeadas por Dios nos ayudan al crecimiento de nuestra fe. “Mas Él [Dios] conoce mi camino; me probará, y saldré como oro.” (Job 23:10). Por lo tanto, fracasar cuando llegan las pruebas impide que crezcamos espiritualmente. “Si el justo con dificultad se salva, ¿En dónde aparecerá el impío y el pecador?”(1Pe 4:18). 4. La excusa de Saúl fue vana. “Entonces Samuel dijo: ¿Qué has hecho? Y Saúl respondió: Porque vi que el pueblo se me desertaba… Me esforcé, pues, y ofrecí holocausto” (1Sa 13:11-12). Su ejército estaba quedando mermado, la hueste filistea estaba creciendo y Samuel tardaba en llegar. Su paciencia se había agotado. Samuel dice a Saúl: “Locamente has hecho; no guardaste el mandamiento de Jehová tu Dios que él te había ordenado; pues ahora Jehová hubiera confirmado tu reino sobre Israel para siempre.” (1Sa 13:13).