707 - La autoridad de Dios. 1Sa 5:4

Descansando en Dios - En podcast av Francisco Atencio

707 – 1Sa 5:4 La autoridad de Dios. Y volviéndose a levantar de mañana el siguiente día, he aquí que Dagón había caído postrado en tierra delante del arca de Jehová; y la cabeza de Dagón y las dos palmas de sus manos estaban cortadas sobre el umbral, habiéndole quedado a Dagón el tronco solamente. Cuando Cristo, el Arca verdadera del pacto, entra realmente en el corazón del hombre caído, todos los ídolos caen, todo esfuerzo para ponerlos de nuevo en pie será vano, el pecado será abandonado, y se hará restitución de toda ganancia injusta. Pablo enseña que la adoración de ídolos es inspirada por los demonios y es en esencia un culto ofrecido a ellos. “¿Qué digo, pues? ¿Que el ídolo es algo, o que sea algo lo que se sacrifica a los ídolos? Antes digo que lo que los gentiles sacrifican, a los demonios lo sacrifican, y no a Dios; y no quiero que vosotros os hagáis partícipes con los demonios. No podéis beber la copa del Señor, y la copa de los demonios; no podéis participar de la mesa del Señor, y de la mesa de los demonios.” (1Co 10:19-21). Los filisteos habían tomado como trofeo el arca del pacto pero nunca pensaron que la autoridad de Dios traería juicio divino sobre ellos. El arca, como la Biblia, puede ser letra muerta para algunos, pero en manos del Espíritu Santo es una espada de dos filos (He 4:12). 1. La idolatría destruida por la autoridad de Dios. “He aquí que Dagón había caído postrado en tierra delante del arca de Jehová; y la cabeza de Dagón y las dos palmas de sus manos estaban cortadas sobre el umbral” (1Sa 5:3-4). Pusieron el arca en el templo de su dios, pensando en guardar a ambos. Pero Dios y Dagón no pueden gobernar en la misma casa. Porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas? ¿Y qué concordia Cristo con Belial? (2Co 6:14-15). “Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas [a Mamón].” (Mt 6:24). Cuando Cristo entra en el corazón, todas las falsas teorías, dioses, religiones, y opiniones de los hombres tienen que caer y el Dagón del yo no puede permanecer erguido, cae postrado sobre su rostro delante del Señor, privado de su cabeza y sus manos. “¿A qué, pues, haréis semejante a Dios, o qué imagen le compondréis?” (Is 40:18). 2. Heridos por la autoridad de Dios. “Y se hizo pesada la mano de Jehová… con gran quebrantamiento, y afligió a los hombres… y los que no morían, eran heridos de tumores” (1Sa 5:6,12). No solo quedó destruido Dagón, el ídolo dios de ellos, sino que ellos mismos se vieron afligidos por dolorosos tumores. El Arca de su presencia no da consuelo ni aliento a los que son sus enemigos, nada sino las heridas y los golpes de la convicción y de la humillación. “Cuando Él [el Espíritu de Verdad] venga, redargüirá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. De pecado, por cuanto no creen en Mí…” (Jn 16:8-9). El evangelio de Cristo es olor de vida para los que creen y olor de muerte para los que lo rechazan. “Porque para Dios somos grato olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden; a éstos ciertamente olor de muerte para muerte, y a aquéllos olor de vida para vida. Y para estas cosas, ¿quién es suficiente?” (2Co 2:15-16). 3. Turbados por la autoridad de Dios. “¿Qué haremos del arca de Jehová?” (1Sa 6:2). La enviaron de ciudad en ciudad, tratando de librarse de ella, pero solo aumentó los sufrimientos y alarma de ellos. Recordamos como los fariseos, saduceos y todos los feos, intentaron librarse de Jesucristo, la verdadera Arca de Dios, hasta que Pilato, con palabras parecidas, dijo: “¿Qué, pues, haré de Jesús?” (Mt 27:22). Pablo fue uno los turbados persiguiendo la verdad y Cristo le dijo: “Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón.” (Hch 9:5). Dios sigue diciendo a los idolatras opositores del Evangelio de Cristo ¿Qué sacas con darte cabezazos contra la pared?