705 - Samuel, llamado por Dios. 1Sa 3:10

Descansando en Dios - En podcast av Francisco Atencio

705 – 1Sa 3:10 Samuel, llamado por Dios. Y vino Jehová y se paró, y llamó como las otras veces: ¡Samuel, Samuel! Entonces Samuel dijo: Habla, porque tu siervo oye. Dios honró los deseos de la fiel Ana obteniendo gracia sobre gracia. Nunca más volvimos a saber de Penina ni de sus hijos, pero Samuel fue utilizado poderosamente por Dios. Además, Dios le dio a Ana otros cinco hijos después de Samuel (1Sa 2:21). Dios ha escogido lo débil del mundo para avergonzar a lo fuerte (1Co 1:27). Samuel fue “pedido a Jehová, y dedicado, consagrado a Jehová” (1Sa 1:27-28). Ahora el Señor llama, capacita y usa a este niño Samuel para hablar por medio de él a todo Israel y a nosotros hoy. 1. Ministrando delante del Señor (1Sa 2:18). “Y el joven Samuel ministraba en la presencia de Jehová, vestido de un efod de lino.” Él era sólo un servidor joven (siendo que era un niño). Era poco lo que podía hacer. Era poco lo que sabía, porque el Señor todavía no se le había revelado a él (1Sa 3:7). Pero aunque era débil e ignorante, esto no le impedía hacer lo que podía. Creía, aunque comprendía poco. Jeremías dijo: “¡Ah! ¡ah, Señor Jehová! He aquí, no se hablar, porque soy un muchacho” (Jer 1:6). Dios quiere que seamos niños primero, antes que seamos hombres en el servicio, hombres con un espíritu de niño. Pero el niño bien dispuesto se transformará en el hombre sabio. Dios nos recuerda que su gracia es suficiente: “Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad.” 2. Dios llama a Samuel (1Sa 3:10). “Y vino Jehová y se paró, y llamó como las otras veces: ¡Samuel, Samuel! Entonces Samuel dijo: Habla, porque tu siervo oye.” El Señor había hablado dos veces a Samuel, y acudió corriendo a Elí. Él no es el único que ha ido corriendo al hombre al oír la voz del Señor. Pablo dice: “No consulté en seguida con carne y sangre”. (Gá 1:16). Para conocer la voluntad de Dios, debemos esperar en Él con oídos abiertos. Habla, Señor, porque tu siervo oye. Es bueno estar dispuestos a conocer cuál es la voluntad del Señor, pero esperar es la buena disposición puesta en práctica. ¡Qué natural es para algunos acudir aquí y allá y servir a los hombres, pero cuán diferente callar ante el Señor! 3. Dios llama y capacita (1Sa 3:11-14). Dios habló y Samuel escuchó. Mientras escuchaba, Samuel aprendió cuál era la voluntad del Señor. Los que reciben enseñanza en las cosas profundas de Dios son prontos para oír. (He 5:11-14). Desde muy joven “Samuel iba creciendo, y era acepto delante de Dios y delante de los hombres.” (1Sa 2:26). No disponerse para escuchar es no estar dispuestos a ser enseñados, sino a hacer nuestra propia voluntad, es no crecer y quedarse como niño en Cristo (1Co 3:1-3). Cuando Dios enseña, retiñirán los oídos de los que oyen su Palabra (1Sa 3:11). La palabra del Señor no será en vano, no regresará vacía (Is 55:11). Pablo predicó “con demostración del Espíritu, y con poder” (1Co 2:4). 4. El llamado por Dios testifica de Él (1Sa 3:18). El joven Samuel aunque al principio temió decirle la verdad a Elí, sin embargo después se lo manifestó todo, sin encubrirle nada. (1Sa 3:15,18) ¿Hubiera podido ser Samuel un siervo fiel, reteniendo parte de la verdad? No. Muchos oidores del Evangelio se quejan que el predicador no les ha dicho ni la mitad. Es porque el predicador carece del conocimiento de la verdad o teme enseñarla. El mártir Juan Huss decía: “prefiero herirlos con la verdad que matarlos con la mentira”. Los fieles conocerán el consejo de Dios, y lo expondrán íntegramente (Hch 4:20). Los divinamente llamados serán divinamente enseñados; predicarán para agradar a Dios y no a los hombres (Gá 1:10). 5. El llamado por Dios asegura la comunión y la victoria. (1Sa 3:19). “Jehová estaba con él, y no dejó caer a tierra ninguna de sus palabra”. Si somos fieles a Dios, Él se mostrará fiel con nosotros. Él mora “en la altura y la santidad, y con el de espíritu contrito y humilde” (Is 57:15). Solo podemos escalar las alturas de una comunión