694 - Jefté, de pecador a libertador. Jue 11:1
Descansando en Dios - En podcast av Francisco Atencio
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694 – Jue 11:1 Jefté, de pecador a libertador. Jefté galaadita era esforzado y valeroso; era hijo de una mujer ramera, y el padre de Jefté era Galaad. La historia del libertador Jefté es la historia de cada pecador convertido, un levantar del “menesteroso… del muladar, para hacerlo sentar con los príncipes” (Sal 113:7). David fue transformado y dijo: Dios “me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos. Puso luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios.” (Sal 40:2-3). “Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con Él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús” (Ef 2:4-6). Veamos la transformación de Jefté. 1. Nació en pecado. “Era hijo de una mujer ramera” (Jue 11:1). “Esforzado y valeroso”, pero hijo de iniquidad. Naamán era “valeroso en extremo, pero leproso” (2Re 5:1). Por nacimiento estaba descalificado para entrar en la congregación de Jehová (Dt 23:2). “El que no nace de nuevo, no puede ver el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.” (Jn 3:3,6). ¿Quién limpiará lo inmundo?” ¿la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?” (He 9:14). 2. Fue desheredado. “Echaron fuera a Jefté, diciéndole: NO heredarás en la casa de nuestro padre” (Jue 11:2). Su derecho a heredar por sucesión quedó destruido por el pecado de su padre (Dt 21:16). “Por la desobediencia de uno los muchos fueron constituidos pecadores.” (Ro 5:19). “Los injustos no heredarán el reino de Dios” (1Co 6:9). “el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.” (Ro 5:12). Si queremos ser hijos de Dios y tener “herencia entre los santificados,” tiene que ser mediante la fe en Jesucristo (Hch 26:18). “Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo” (Ro 8:17). 3. Se hizo compañero de hombres ociosos. “Huyó, pues, Jefté y se juntaron con él hombres ociosos” (Jue 11:3). Como oveja descarriada, se fue por su camino. Parece que se convirtió en un bandido, un salteador de caminos. Así éramos algunos de nosotros. “Porque vosotros erais como ovejas descarriadas, pero ahora habéis vuelto al Pastor y Obispo de vuestras almas. [Cristo] “(1Pe 2:25). 4. Recibió una importante invitación. “Los ancianos de Galaad… dijeron a Jefté: Ven, y serás nuestro jefe” (Jue 11:5-6). Estos ancianos vieron indudablemente en este osado hijo del desierto dones y calificaciones que serían de inmenso valor para la causa de Dios y de su pueblo. El llamamiento vino a Jefté como el llamamiento del Evangelio nos vino a nosotros, “siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.” (Ro 5:8). Como el llamamiento del Evangelio, era una invitación a unirse a las filas del pueblo del Señor, de quienes lo había separado el pecado, y a luchar las batallas del Señor. ¿Vendrás y te unirás a la causa del Señor? Cristo te invita: “Al que a mi viene, de ningún modo lo echaré fuera” (Jn 6:37). 5. Hizo pacto con el Señor. “Jefté habló todas sus palabras delante de Jehová en Mizpá” (Jue 11:11). Esta inesperada llamada, pero llena de gracia, que le fue hecha a Jefté, parece haber tenido el efecto de sentir su necesidad de reconciliarse con Dios y de servir en su Nombre y fortaleza. Si el Evangelio de Cristo no ha transformado nuestras vidas, nunca lo hemos conocido aún. No es un corazón fuerte, sino uno quebrantado el que Dios no menospreciará (Sal 51:17). Porque “nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo” (Tito 3:5).