683 - Por qué habéis hecho esto. Jue 2:1-2

Descansando en Dios - En podcast av Francisco Atencio

683 – Jue 2:1-2 Por qué habéis hecho esto. El ángel de Jehová subió de Gilgal a Boquim, y dijo: Yo os saqué de Egipto, y os introduje en la tierra de la cual había jurado a vuestros padres, diciendo: No invalidaré jamás mi pacto con vosotros, con tal que vosotros no hagáis pacto con los moradores de esta tierra, cuyos altares habéis de derribar; mas vosotros no habéis atendido a mi voz. ¿Por qué habéis hecho esto? El “Ángel del Señor” puede significar “el Ángel de su Presencia”, Él cual había guiado a Israel durante su éxodo de Egipto (Ex 14:19). Es una de tres teofanías de Cristo preencarnado en Jueces (Jue 6:11-18; 13:3-23). La presencia de Dios está con nosotros mediante el Espíritu Santo. El viaje desde Gilgal (rodamiento) hasta Boquim (llorosos) puede ser muy corto en un sentido moral. Si no caminamos a la luz de su voluntad, la distancias entre nuestras victorias y nuestros fracasos nunca serán muy largas. Cristo afirma: “el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.”(Jn 15:5). I. Una obra de gracia. Esta gracia se manifestó: 1. Por pura misericordiosa. “Yo os saqué de Egipto” (Jue 2:1). Obligados a abandonar nuestros caminos de impiedad por la fuerza de la gracia de Dios. Así fue con Saulo cuando iba camino de Damasco (Hch 9:1-43). 2. El don de una rica posesión. “Os introduje en la tierra” (Jue 2:1). Esta buena tierra era la tierra de la promesa. Para Israel significaba libertad, paz, plenitud, progreso y poder. Un tipo de las posesiones que el creyente tiene en Cristo Jesús (Ro 8:17). 3. Una fidelidad inalterable. “No invalidaré jamás mi pacto con vosotros” (Jue 2:1). Dios no alterará lo que ha salido de sus labios (Sal 89:34). Nosotros podemos fallar, pero Él permanece fiel a lo que prometió (Sal 33:4). El compromiso nunca será quebrantado del lado de Dios. Él no se puede negar a Sí mismo. 4. Una advertencia necesaria. “Que no hagáis pacto con los moradores de esta tierra, cuyos altares habéis de derribar” (Jue 2:2a). Los siervos de Cristo no deben identificarse ni unirse en modo alguno con aquel espíritu que obra en los hijos de desobediencia. Sus dioses falsos deben ser derribados, y solo el Señor exaltado. “No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas?” (2Co 6:14). Ninguna. II. Por qué el fracaso. “Mas vosotros no habéis atendido a mi voz” (Jue 2:2b). El fracaso de ellos vino, como frecuentemente sucede en el nuestro, por incredulidad. ¡Oh insensatos y tardos de corazón, para creer todo lo que Él ha dicho! (Lc 24:25). La voz de Dios sigue estando en su Palabra, por cuanto su Palabra es la inspiración del Espíritu Santo (2Pe 1:21). Las Escrituras son siempre vivas y eficaz (He 4:12). Nos alejamos de su voluntad al cerrar nuestros oídos a la voz de Dios. No os engañéis: Dios sabe cuándo su voz es atendida. Dios atiende a cada uno de sus hijos, individualmente. ¿Con que frecuencia nos hemos quejado de nuestros fracasos? ¿No será que la causa está aquí, que “No habéis atendido a Mi voz”? III. Una pregunta escudriñadora. “¿Por qué habéis hecho esto?” (Jue 2:2c). El “ángel de su presencia” es celoso de honrar a Dios. ¿Qué respuesta puede darle un desobediente a esta pregunta personal? Una respuesta honrada podría ser: “Temí más a los hombres que a Dios, y me complacieron más mis pensamientos y planes que los suyos”. La frase paulina de “ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí” de Gá 2:20 ha sido cambiada por la de “No Cristo, mas vivo yo”. “¿Por qué habéis hecho esto?” Sabemos que sin la presencia y del poder del Espíritu Santo no podemos vivir ni honrar ni testificar por Dios como debemos; y sin embargo han insistido en apoyarse en vuestra propia fuerza y sabiduría, y el resultado es lógico: han sido derrotados. “¿Por qué habéis hecho esto?” Sabemos que la obediencia a su voz es el secreto del reposo, paz del corazón, y sin embargo no habéis andado