675 - Crucemos el Jordán. Jos 3:17

Descansando en Dios - En podcast av Francisco Atencio

675 – Jos 3:17 Crucemos el Jordán. Mas los sacerdotes que llevaban el arca del pacto de Jehová, estuvieron en seco, firmes en medio del Jordán, hasta que todo el pueblo hubo acabado de pasar el Jordán; y todo Israel pasó en seco. Cada creyente tendrá su Jordán que atravesar antes de entrar en la plenitud de la bendición del Evangelio de Cristo. Algunos asocian cruzar el Jordán con la muerte, la partida a la eternidad, pero es mejor asociarlo con la obediencia a la palabra de Dios durante la vida cristiana para llegar a la tierra prometida. Después de la muerte entramos en el reposo, y nuestras obras nos siguen, pero cuando los hijos de Israel cruzaron el Jordán, sus obras estaban delante de ellos. Mediante sus propias obras debían expulsar al enemigo y tomar posesión de su heredad por el poder de la espada. Su salvación de Egipto fue toda de gracia, pero entraron en la posesión de la tierra de abundancia por medio de sólidas obras de fe, testimonio que dieron la victoria por la obediencia a la palabra de Dios. Veamos cómo fue su obediencia: 1. Una palabra de advertencia. “Cuando veáis el arca del pacto de Jehová vuestro Dios, marcharéis en pos de ella, a fin de que sepáis el camino por donde habéis de ir;… no os acercaréis a ella” (Jos 3:3-4). Esta advertencia es doble: 1) Tenían que ir en pos cuando el arca se moviera. El arca era el símbolo de la presencia de Jehová y la señal del pacto. Se trata de una condición inalterable de progreso espiritual; tenemos que estar dispuestos a seguir al Señor adondequiera y en cualquier momento. 2) Debe haber un espacio entre ellos y el arca. “Una distancia como de dos mil codos” (Jos 3:4). La razón dada para poner esta distancia es: “Por cuanto vosotros no habéis pasado antes de ahora por este camino”.(Jos 3:4). Nos recuerda que hay siempre una distancia entre el Eterno Yo Soy y las criaturas temporales (Is 55:9). Además, que al entrar en cada nuevo camino, atravesar cualquier prueba dependamos totalmente de Dios. 2. Un llamado a estar preparados. “Santificaos, porque Jehová hará mañana maravillas entre vosotros” (Jos 3:5). Es la ley del reino espiritual que si Dios debe ser glorificado por medio de nosotros tiene que ser primero santificado en nosotros (Lv 10:3). El Espíritu Santo tiene que tener instrumentos santos para cumplir sus maravillas entre los hombres (2Ti 2:21). Estemos preparados para hacer la obra de Dios y cruzar el Jordán cuando venga el Señor. Santificaos, “si en verdad le habéis oído, y habéis sido por él enseñados, conforme a la verdad que está en Jesús. En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.” (Ef 4:21-24). 3. Una palabra de aliento. El Señor dijo a Josué: “Desde este día comenzaré a engrandecerte delante de los ojos de todo Israel” (Jos 3:7). El día que Josué llamó a que el pueblo se santificara Dios comenzó a dar honra a Josué. Busca la honra que viene solamente de Dios; ésta es “la bendición que enriquece sin añadir tristeza” (Pr 10:22). Comenzad a santificar al Señor en vuestra vida, y Dios comenzará a honrarlos a la vista del pueblo. Vuélvete un príncipe con Dios, y tendrás poder con los hombres. (Jn 15:5). 4. Un alto extraño. “Mandarás a los sacerdotes que llevan el arca del pacto, diciendo: Cuando hayáis entrado hasta el borde del agua del Jordán, pararéis en el Jordán” (Jos 3:8). Obedecieron e hicieron como Dios ordenó. El arca del Pacto se detuvo justo en el río como la garantía del Señor a su pueblo de que las poderosas inundaciones de las dificultades que podían estorbarlos de tomar posesión de su herencia serían detenidas delante de los pies de la fe (Jos 3:13). Cerca de este mismo lugar, Betábara (la casa del paso) tiempo después reposaran los pies del Hijo de Dios, el Arca verdadera, en quien estaba guardada la ley. Allí fue bautizado Jesús