672 - La muerte de Moisés. Dt 34:10

Descansando en Dios - En podcast av Francisco Atencio

672 – Dt 34:10 La muerte de Moisés. Y nunca más se levantó profeta en Israel como Moisés, a quien haya conocido Jehová cara a cara; Cuando Moisés se detuvo en la cumbre del monte Pisgá no fue como “tembloroso candidato a la compasión de Dios”, sino como siervo que había encontrado gran favor con Él, como uno cuya obra había terminado antes que se agotaran su fuerza y vigor. Como la ley que representaba, fue echado a un lado antes de que se desvaneciera su fuerza natural. Hay algunas cosas acerca de esta singular partida de Moisés que sugiere características que pertenecen a la partida, muerte de cada santo. Fue: 1. Una subida. “Subió Moisés… a la cumbre del Pisgá” (Dt 34:1). Subió para morir. ¡Qué pensamiento! Subiendo en espíritu a la puerta del cielo para que pudiéramos partir y estar con Cristo. “Como Enoc, no fue hallado, porque Dios se lo llevó.” Al morir, el cuerpo vuelve a la tierra, pero el espíritu vuelve a Dios, quien lo hizo y lo salvó. (Ecl 12:7). Al vivir en la cumbre de la comunión con el Padre, Cristo promete: “vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis. “ (Jn 14:3). 2. En comunión con Dios. Moisés estuvo a solas con Dios en el monte (Dt 34:6). Toda persona está sola cuando se encuentra con Dios. Ninguna mano humana puede guiarnos a través de este Jordán. Pero el siervo de Dios al morir no siente la pérdida del pariente según la carne; está tan lleno de la gloria de su presencia que se olvida de las cosas que quedan atrás. Solos, pero sin sentimiento alguno de soledad. En el hogar con Dios. “Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia.” (Fil 1:21). 3. Lleno de una visión saciadora. “Le mostró Jehová toda la tierra” (Dt 34:1). Esta visión de la tierra prometida la había tenido muchos años antes, pero ahora el Señor permitió que la viera (Dt 34:4). No entró físicamente en ella, sino que en espíritu entró en el reposo al confiar en un Dios fiel. Moisés no está solo en su aparente fracaso aquí al no entrar a la tierra prometida. “Quedaré saciado cuando despierte a tu semejanza”. (Sal 17:15). Creemos que Moisés entró a la tierra prometida con el Señor Jesucristo cuando se transfiguró en el monte: “Y he aquí les aparecieron Moisés y Elías, hablando con Él.” (Mt 17:1-3). 4. En la presencia del Señor. “Y le dijo Jehová” (Dt 34:4). Morir en su presencia es morir para estar para siempre con el Señor. “Bienaventurados los muertos que mueren en el Señor de aquí en adelante. Sí, dice el Espíritu, descansarán de sus trabajos, porque sus obras con ellos siguen.” (Ap 14:13). Es descansar en Dios. “Aunque pase por valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque Tú estarás conmigo” (Sal 23:4). “En tu presencia hay plenitud de gozo; Delicias a tu diestra para siempre.” (Sal 16:11). 5. Según su Palabra. “Y murió allí Moisés, siervo de Jehová, conforme al dicho de Jehová” (Dt 34:5). Sigue siendo así con los santos de Dios. Su Palabra dice: “El que cree en mí, tiene vida eterna… porque yo vivo, vosotros también viviréis.” (Jn 6:47; 14:19). “Hágase conmigo según tu palabra” (Lc 1:38). “¿Dónde está, oh muerte, tu victoria? ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? … Pero gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo”. En su victoria la muerte es sorbida (1Co 15:54-57). 6. Sus facultades estaban completas. Hasta el mismo momento de la muerte, “Sus ojos nunca se oscurecieron, ni perdió su vigor” (Dt 34:7). No tenemos ninguna razón para esperar que físicamente esto se cumpla en nosotros cuando llegue el momento de nuestra partida (Sal 90:10). Pero el nuevo hombre creado según Cristo Jesús no quedará con los ojos oscurecidos, ni se perderá su vigor. Los jóvenes se fatigan y se cansan, los valientes flaquean y caen; pero los que esperan a Jehová tendrán nuevo vigor; levantarán el vuelo como las águilas (Is 40:30-31). Los que mueren en el Señor mueren en su fuerza. El ojo de nuestra esperanza no debe oscurecerse,