657 - La serpiente de bronce. Nm 21:8

Descansando en Dios - En podcast av Francisco Atencio

657 – Nm 21:8 La serpiente de bronce. Y Jehová dijo a Moisés: Hazte una serpiente ardiente, y ponla sobre una asta; y cualquiera que fuere mordido y mirare a ella, vivirá. El gigante de la mumuración se vuelve a levantar porque “Se desanimó el pueblo por el camino.” (Nm 21:4). El salmista dice por qué se quejaba Israel: (1) sus espíritus no eran fieles a Dios (Sal 78:8); (2) no quisieron obedecer la ley de Dios (Sal 78:10); (3) olvidaban los milagros que Dios les hacía (Sal 78:11). Si podemos erradicar la fuente de nuestra queja, no se anidará ni crecerá en nuestra vida. Los que siguen al Señor, pero no lo aman, terminarán desalentados. A un corazón rebelde se le hace difícil seguir a Dios. La insatisfacción llevará a la rebelión y seguirá errante a otros lugares. Rebeldes escuchad con atención: 1. El pecado de ellos (Nm 21:5). “Y habló el pueblo contra Dios y contra Moisés: ¿Por qué nos hiciste subir de Egipto para que muramos en este desierto? Pues no hay pan ni agua, y nuestra alma tiene fastidio de este pan tan liviano.”. El pecado fue triple. Pecaron contra: P1. El mismo Dios. Hablaron en contra de Dios (Nm 21:5). Todo pecado es pecado contra Dios. Hablamos en contra de Dios cuando: murmuramos en contra de su providencia, mostramos más simpatía por los del mundo que por los hermanos en la fe, más interés en las cosas temporales que las eternas, y preferimos los placeres de la carne que el provecho del alma. “El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama.” (Mt 12:30). P2. El siervo de Dios. Hablaron contra Moisés (Nm 21:5). Los que aborrecen a Cristo no pueden amar a su pueblo. “Si me han perseguido a mí, también os perseguirán a vosotros.” (Jn 15:20). Evidencia de que no son cristianos porque: “Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?” (1Jn 4:20). P3. La provisión de Dios. “Nuestra alma tiene fastidio de este pan tan liviano” (Nm 21:5). Se quejaban del maná, trigo del cielo, pan de nobles que Dios proveía (Sal 78:24-25). Cristo afirma “Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás.” (Jn 6:35). La soberbia del ser humano rechaza el pan del cielo, lo ve liviano, insuficiente pero en Cristo estamos completos: “Porque en Él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y vosotros estáis completos en Él.” (Col 2:9-10). 2. El dolor por el pecado. (Nm 21:6-7) “Y Jehová envió entre el pueblo serpientes ardientes, que mordían al pueblo; y murió mucho pueblo de Israel. Entonces el pueblo vino a Moisés y dijo: Hemos pecado por haber hablado contra Jehová, y contra ti; ruega a Jehová que quite de nosotros estas serpientes. Y Moisés oró por el pueblo.” El dolor que lleva a arrpentirse se ve en su: 1. Aflicción. Cuando el Señor envió serpientes en medio de ellos, volvieron en sí como el hijo pródigo en Lc 15:17. Las ardientes serpientes de la prueba, angustia, aflicción han llevado a muchos a apartarse del pecado. Pero por el veneno de la mordedura de la serpiente antigua “el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.” (Ro 5:12). Y para esto hay solo un remedio, Cristo, que afirma: “Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.” (Jn 11:25). 2. Confesión. Vinieron y dijeron: “Hemos pecado por haber hablado contra Jehová” (Nm 21:7). El pecador contrito y humillado confiesa: “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti” (Lc 15:21). 3. Petición. “Ruega a Jehová.” El menospreciado, calumniado siervo Moisés viene a ser ahora el intercesor ante Dios. El Señor Jesús en la cruz oró así: “Padre, perdónalos” (Lc 23:24). Jesucristo es el único salvador, mediador, intercesor, “por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por ÉL se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos.”