656 - El pecado de Moisés. Nm 20:12
Descansando en Dios - En podcast av Francisco Atencio
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656 – Nm 20:12 El pecado de Moisés. Y Jehová dijo a Moisés y a Aarón: Por cuanto no creísteis en mí, para santificarme delante de los hijos de Israel, por tanto, no meteréis esta congregación en la tierra que les he dado. La fortaleza de Moisés fue probada una y otra vez durante el liderazgo del pueblo de Israel en el desierto. Expuesto como él estaba a peligros diversos e inevitables, de los cuales el principal era la venganza de una multitud amotinada y desesperada; pero su serenidad mansa, tranquila, magnánima, presenta uno de los ejemplos más sublimes de valentía moral hallados en la historia. ¿De dónde resultó este valor moral, mansedumbre, calidad de liderazgo de Moisés? Moisés fue capacitado durante 40 años en la universidad del desierto para que su carácter fuera transformado: “Y aquel varón Moisés era muy manso, más que todos los hombres que había sobre la tierra.” (Nm 12:3). Dios lo llama mi siervo al igual que a Noé, Job, Samuel, y Daniel (Jer 15:1; Ez 14:14). “No así a mi siervo Moisés, que es fiel en toda mi casa. Cara a cara hablaré con él, y claramente, y no por figuras; y verá la apariencia de Jehová.” (Nm 12:7-8). “Y nunca más se levantó profeta en Israel como Moisés, a quien haya conocido Jehová cara a cara” (Dt 34:10). Entonces ¿Por qué Moisés no mete al pueblo en la tierra prometida? El pueblo de Dios que salió de Egipto no entró a la tierra prometida por los gigantes del pecado en sus corazones como la murmuración, la rebelión, el orgullo pero por qué Dios dijo a Moisés: “Te he permitido verla con tus ojos, mas no pasarás allá” (Dt 34:4). 1. La naturaleza de su pecado (Nm 20:2-11). El pueblo de Dios una vez más estaba descontento y habla contra Moisés (Nm 20:2-5). Moisés y Aarón con humildad se postran para clamar a Dios que envíe agua (Nm 20:6). Dios responde y habló a Moisés: “Toma la vara, y reúne la congregación, tú y Aarón tu hermano, y hablad a la peña a vista de ellos; y ella dará su agua, y les sacarás aguas de la peña, y darás de beber a la congregación y a sus bestias.” (Nm 20:7-8). La orden de Dios para Moisés fue “hablad a la peña”, pero en lugar de hablar, Moisés golpeó dos veces la peña (Nm 20:11). Cuando se tuvo que sacar agua de la peña la primera vez, Dios ordenó a Moisés que la golpeara (Éx 17:6). La peña era Cristo y fue golpeada tipificando su crucifixión por el pecado (1Co 10:4), en el propósito de Dios, solo podía ser golpeada una sola vez:”Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios”’ (He 10:12). Las bendiciones adicionales vienen orando, hablando, pidiendo a la roca eterna, a Cristo: “Hablad a la peña”. Observemos que Dios guarda los detalles de las cosas que eran tipo de su Hijo que había de venir. “Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan.” (He 9:28). 2. Qué involucró el pecado de Moisés. Hubo: 1. Desobediencia. Dios dijo hablad, pero él golpeó, y lo hizo dos veces, como si además hubiera impaciencia en el acto (Nm 20:11). Una advertencia para los siervos de Cristo. Los medios empleados y bendecidos ayer puede que no sean los medios dispuestos por Dios para hoy. Espera en el Señor. 2. Imprudencia. “¡Oíd ahora, rebeldes!” (Nm 20:10). Es bien cierto que eran rebeldes, pero fue imprudente, al llamarlos así no mejoraría las cosas. El salmista dice: “Porque hicieron rebelar a su espíritu, y habló precipitadamente con sus labios.” (Sal 106:33). 3. Orgullo. “¿Os hemos de hacer salir aguas de esta peña?” (Nm 20:10). Moisés era un hombre de carne y hueso como usted y yo. El más manso de los hombres sobre la tierra no tenía un seguro contra el orgullo. “Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga.” (1Co 10:12). Dios rechaza al que busca su propia gloria mientras hacemos su obra. Cristo nos recuerda: “… separados de mí nada podéis hacer.” (Jn 15:5). 3. Qué aprendemos con el pecado