585 - El trabajo motivado por la avaricia. Ecl 4:8

Descansando en Dios - En podcast av Francisco Atencio

585 – Ecl 4:8 El trabajo motivado por la avaricia. Está un hombre solo y sin sucesor, que no tiene hijo ni hermano; pero nunca cesa de trabajar, ni sus ojos se sacian de sus riquezas, ni se pregunta: ¿Para quién trabajo yo, y defraudo mi alma del bien? También esto es vanidad, y duro trabajo.   Con frecuencia el trabajo está motivado por incentivos incorrectos. Salomón en Ecl 4:4-16 presenta tres motivos incorrectos por la cual el ser humano sin Dios, debajo del sol, se afana por trabajar. El primero en Ecl 4:4-6 nos habla del trabajo motivado por la envidia, explicado en la enseñanza anterior [DED584]. El segundo motivo errado lo expone en Ecl 4:7-12, que es afanarse con el trabajo por el egoísmo y la avaricia. El tercer estímulo inapropiado, para afanarse con el trabajo, es el deseo de prosperar y tener prestigio (Ecl 4:13-16). Inicia y concluye en los tres, que todos ellos son vanidad y aflicción de espíritu. Salomón en este pasaje que estudiaremos expone, además de que la avaricia es un motivo incorrecto para afanarse con el trabajo, que la vida es mejor con compañía, no solo. Cuando se vive, y trabaja solo, y sin nadie a quien dejar las riquezas, el ser humano sufre privaciones por gusto. Le sería mejor tomarse un poco de tiempo para disfrutar lo que tiene, antes que consumirse completamente tratando de tener más. Luego de presentar las ventajas de realizar un esfuerzo conjunto y los beneficios mutuos de compartir el trabajo y sus frutos con otros, Salomón llega a la conclusión de que mejores son dos que uno  y que tres son aún mejores. Dios advierte que: “Ciertamente como una sombra es el hombre; ciertamente en vano se afana; amontona riquezas, y no sabe quién las recogerá.” (Sal 39:6). 1. El afán de trabajar por el egoísmo y la avaricia (Ecl 4:7-8). “Yo me volví otra vez, y vi vanidad debajo del sol. Está un hombre solo y sin sucesor, que no tiene hijo ni hermano; pero nunca cesa de trabajar, ni sus ojos se sacian de sus riquezas, ni se pregunta: ¿Para quién trabajo yo, y defraudo mi alma del bien? También esto es vanidad, y duro trabajo.” El afanarse trabajando por el egoísmo y la avaricia no llenará de satisfacción al ser humano y lo lleva a perder el gozo eterno de vivir por la eternidad con Dios. Jesucristo explico esto con una parábola diciendo: “La heredad de un hombre rico había producido mucho. Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo dónde guardar mis frutos? Y dijo: Esto haré: derribaré mis graneros, y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes; y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate. Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será? Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios.” (Lc 12:16-21). El  apóstol Pablo también enseña: “A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos. Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, generosos; atesorando para sí buen fundamento para lo por venir, que echen mano de la vida eterna.” (1Ti 6:17-19). 2. Ventajas que ofrece el compañerismo (Ecl 4:9-12). “Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo. Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero ¡ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo levante. También si dos durmieren juntos, se calentarán mutuamente; mas ¿cómo se calentará uno solo? Y si alguno prevaleciere contra uno, dos le resistirán; y cordón de tres dobleces no se rompe pronto.” Salomón recomienda compartir con los demás y cita algunas ventajas que resultan del compañerismo: 1) mejores ganancias (mejor paga) del trabajo (Ecl 4:9), 2) ayuda en tiempos de dificultad (Ecl 4:10), 3) consuelo en tiempo de necesidad (Ecl 4:11); el calor del cuerpo puede evitar que otra