578 –La vanidad de vivir sabiamente. Ecl 2:14
Descansando en Dios - En podcast av Francisco Atencio
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578 – Ecl 2:14 La vanidad de vivir sabiamente. El sabio tiene sus ojos en su cabeza, mas el necio anda en tinieblas; pero también entendí yo que un mismo suceso acontecerá al uno como al otro. ¿Es la muerte el compensador final de toda la gente, sin importar lo que alcanzaron en la vida? Si bien esto parece cierto desde una perspectiva terrenal, Dios deja muy claro que lo que hagamos aquí tiene un gran impacto sobre el lugar donde pasaremos nuestra vida eterna. Salomón se dio cuenta de que la sabiduría por sí sola no puede garantizar la vida eterna. La sabiduría, las riquezas y los logros personales importan muy poco después de la muerte, y todos debemos morir. No debemos edificar nuestra vida sobre metas perecederas, sino sobre el fundamento sólido de Dios. Entonces, si todo nos es quitado, seguiremos teniendo a Dios, quien es, de todos modos, todo lo que realmente necesitamos. “¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra.” (Sal 73:25). 1. La sabiduría y la insensatez (Ecl 2:12-13) “Después volví yo a mirar para ver la sabiduría y los desvaríos y la necedad; porque ¿qué podrá hacer el hombre que venga después del rey? Nada, sino lo que ya ha sido hecho. Y he visto que la sabiduría sobrepasa a la necedad, como la luz a las tinieblas.” Salomón usa la luz y las tinieblas de manera metafórica para enseñar que el sabio puede prever el peligro y así evitarlo mientras que el necio se mete en problemas como si anduviera a tientas en la oscuridad. Tan profundamente bebió de todas las aguas de los placeres del mundo, que dijo: “¿Qué podrá hacer el hombre que suceda al rey?” ¿Qué hombre hay que pueda tener posibilidad alguna de satisfacer su corazón con las cosas materiales de la tierra cuando él, el más sabio y rico de los hombres de la tierra, había fracasado? Salomón dará ejemplos: “Mejor es el muchacho pobre y sabio, que el rey viejo y necio que no admite consejos; porque de la cárcel salió para reinar, aunque en su reino nació pobre.” (Ecl 4:13-14). 2. El sabio y el insensato, ambos morirán (Ecl 2:14-16). “El sabio tiene sus ojos en su cabeza, mas el necio anda en tinieblas; pero también entendí yo que un mismo suceso acontecerá al uno como al otro.” (Ecl 2:14). Salomón llegó a una conclusión que no nos sorprende porque la sabiduría tiene clara ventaja sobre la insensatez. El prudente evita muchos errores en los cuales caen los necios. Esta conclusión parece obvia, y concuerda con la perspectiva bíblica en general y es apoyada por el mismo Salomón en Pr 14:16 El sabio teme y se aparta del mal; mas el insensato se muestra insolente y confiado.” Pero Salomón se puso a reflexionar más intensamente. Se le ocurrió que un mismo destino espera a los sabios y a los insensatos (Ecl 2:14b). ¡Ambos morirán! Por lo tanto, el valor supremo que busca no puede entonces descansar en ninguna esperanza de retribución en esta vida. “Entonces dije yo en mi corazón: Como sucederá al necio, me sucederá también a mí. ¿Para qué, pues, he trabajado hasta ahora por hacerme más sabio? Y dije en mi corazón, que también esto era vanidad. Porque ni del sabio ni del necio habrá memoria para siempre; pues en los días venideros ya todo será olvidado, y también morirá el sabio como el necio.” (Ecl 2:15-16). Salomón concluye diciendo que ser sabio, vivir con sabiduría en contraste con vivir neciamente, no es una ventaja real. “Pues verá que aun los sabios mueren; que perecen del mismo modo que el insensato y el necio, y dejan a otros sus riquezas.” (Sal 49:10). 3. La recompensa de vivir sabiamente (Ecl 2:17). “Aborrecí, por tanto, la vida, porque la obra que se hace debajo del sol me era fastidiosa; por cuanto todo es vanidad y aflicción de espíritu.” Si la sabiduría no le garantizaba justicia, entonces todo el esfuerzo realizado a fin de llegar a ser sabio no aprovechaba nada. Esto llevó a Salomón a ver la vida en forma negativa y amarga. Dijo que aborrecía la vida porque la obra era fastidiosa para él.