528 – La piedad con contentamiento. Proverbios 30:7-9

Descansando en Dios - En podcast av Francisco Atencio

528 – Pr 30:7-9 La piedad con contentamiento. Dos cosas te he demandado; No me las niegues antes que muera: Vanidad y palabra mentirosa aparta de mí; No me des pobreza ni riquezas; Manténme del pan necesario; No sea que me sacie, y te niegue, y diga: ¿Quién es Jehová? O que siendo pobre, hurte, y blasfeme el nombre de mi Dios.   A pesar de la abrumadora evidencia en sentido contrario, la mayoría de la gente todavía cree que el dinero trae la felicidad. Gente rica que ansía ser más rica puede ser atrapada en un ciclo sin fin que sólo termina en ruina y destrucción. ¿Cómo puede usted mantenerse alejado del amor al dinero? Poseer mucho dinero quizás resulte peligroso, pero también tener muy poco. Ser pobre puede, en efecto, ser peligroso tanto para la salud espiritual como la física. Por otro lado, ser rico no es la respuesta. Como Jesús lo señaló, los ricos tienen problemas para entrar en el Reino de Dios (Mt 19:23-24). Al igual que Pablo, podemos aprender a cómo vivir en escasez y en abundancia (Fil 4:12), pero nuestras vidas tienen una mejor oportunidad para llegar a ser más eficaces si no tenemos ni "pobreza ni riqueza".   1. Una suplica doble e intima. “Dos cosas te he demandado; No me las niegues antes que muera: Vanidad y palabra mentirosa aparta de mí; No me des pobreza ni riquezas; Manténme del pan necesario;” (Pr 30:7-8). Ruega la contestación de una doble petición que el orador espera ver antes de morir. ((Lc 2:25-32).  Los dos aspectos de la petición. Por un lado, se pide ayuda en el carácter y el hablar (es decir, vanidad y palabra mentirosa) porque sabe que “Amontonar tesoros con lengua mentirosa es aliento fugaz de aquellos que buscan la muerte.”(Pr 21:6). En segundo lugar, el hombre pide el pan diario, necesario como enseña Jesús en la oración modelo: “El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.” (M 6:11). El pan nuestro de cada día, el pan diario, cotidiano se opone a la extrema pobreza y a la riqueza abundante. “No sea que me sacie, y te niegue, y diga: ¿Quién es Jehová? O que siendo pobre, hurte, y blasfeme el nombre de mi Dios.” (Pr 30:9). Continúa el mismo pensamiento (Pr 30:8), ampliando el segundo aspecto de la petición. Aquí se especula sobre aquella situación en la que el hombre rico o saciado niega a Dios (una consecuencia conocida hoy en día). Por lo tanto, se especula sobre el hombre pobrísimo quien ha de robar para sobrevivir (otra situación demasiado conocida en el mundo de hoy). Con tal acción, de hecho se niega a Dios. En ambas situaciones, el hombre tiende a alejarse de Dios. El joven rico preguntó a Jesús ¿qué bien haré para tener la vida eterna? y “Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme. Oyendo el joven esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones. Entonces Jesús dijo a sus discípulos: De cierto os digo, que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Otra vez os digo, que es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios.” (Mt 19:21-24). “¿Has de poner tus ojos en las riquezas, siendo ningunas? Porque se harán alas como alas de águila, y volarán al cielo.” (Pr 23:5) 2. La piedad con contentamiento. Los cristianos debemos ser personas satisfechas y suficientes, sin sentir la necesidad de buscar más de lo que Dios ya les ha dado. Jesucristo es la fuente del contentamiento verdadero (2Co 3:5; 9:8; Fil 4:11-13; 4:19). “Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores.” (1Ti 6:6-10).