1152 - Jeremías 7-10. La falsa religión. Jer 7:1
Descansando en Dios - En podcast av Francisco Atencio
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1152 – Jer 7:1 - Jeremías 7-10. La falsa religión.¿Es cueva de ladrones delante de vuestros ojos esta casa sobre la cual es invocado mi nombre? He aquí que también yo lo veo, dice Jehová.El tercer mensaje de Jeremías es conocido como el gran sermón del templo (Jer 7-10). Este sermón, pronunciado a la puerta del templo, constituye una denuncia de las prácticas corruptas de quienes decían que la ciudad de Jerusalén era inviolable porque allí se levantaba el templo de Jehová (Jer 7:4). Esta creencia se apoyaba en algo ocurrido más de cien años antes, cuando Isaías profetizó que el rey asirio Senaquerib no tomaría la ciudad (Is 37:6-7, 37:29). Israel confiaba en el templo y las ceremonias religiosas para su preservación. Dios dijo que no bastaban por lo que destruiría el templo y juzgaría al pueblo. Por lo cual, este tercer mensaje de Jeremías se centra en el castigo de Dios al pueblo debido a su religión falsa. La profecía está dividida en dos partes: El sermón del templo y la adoración falsa de Judá (Jer 7:1–8:3) y la retribución divina para el pueblo (Jer 8:4–10:25). Pablo advierte sobre los falsos piadosos: “También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita.” (2Ti 3:1-5).1. El sermón del templo y la adoración falsa de Judá (Jer 7:1–8:3). Dios pide a Jeremías que se coloque en la puerta del templo y predique: “Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: Mejorad vuestros caminos y vuestras obras, y os haré morar en este lugar. No fiéis en palabras de mentira, diciendo: Templo de Jehová, templo de Jehová, templo de Jehová es este. Pero si mejorareis cumplidamente vuestros caminos y vuestras obras; si con verdad hiciereis justicia entre el hombre y su prójimo, y no oprimiereis al extranjero, al huérfano y a la viuda, ni en este lugar derramareis la sangre inocente, ni anduviereis en pos de dioses ajenos para mal vuestro,” (Jer 7:3-6). Dios promete su protección sólo si el pueblo cambiaba sus caminos (Jer 7:3, 5). Jeremías ilustra con tres ejemplos el cambio que Dios quería. Los dos primeros relacionados con la conducta hacia sus compatriotas, y la última, con sus acciones hacia Dios. No debían hacer acepción de persona ni oprimir al extranjero, al huérfano y a la viuda; a los más vulnerables de la sociedad, que no podían defenderse cuando eran agraviados (Dt 14:29; 16:11; 24:19; Sal 94:6). No derramar sangre inocente y dejar la idolatría (Dt 19:10–13; 21:1–9). Santiago exhorta: “Hermanos míos, que vuestra fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo sea sin acepción de personas.” (Stg 2:1). Judá sentía seguridad al tener la presencia del templo del Señor y pensaba que todo le era permitido, aun las cosas más aborrecidas por Dios (vivían hurtando, matando, adulterando, jurando en falso, e incensando a Baal). (Jer 7:9-15). “¿vendréis y os pondréis delante de mí en esta casa sobre la cual es invocado mi nombre, y diréis: Librados somos; para seguir haciendo todas estas abominaciones? ¿Es cueva de ladrones delante de vuestros ojos esta casa sobre la cual es invocado mi nombre? He aquí que también yo lo veo, dice Jehová.” (Jer 7:10-11).
