1014 - Salmos. La sinfónica de Dios. Sal 148:1-2
Descansando en Dios - En podcast av Francisco Atencio
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1014 – Sal 148:1-2 – Salmos. La sinfónica de Dios. Aleluya. Alabad a Jehová desde los cielos; Alabadle en las alturas. Alabadle, vosotros todos sus ángeles; alabadle, vosotros todos sus ejércitos. El Salmo presenta una congregación impresionante de adoradores. En el Salmo 146, el individuo alaba a Dios; en el Sal 147, el pueblo alaba; en este salmo toda la creación le alaba. El salmista empieza arriba en los cielos, desciende a la tierra, y finaliza con la alabanza del pueblo de Dios. Toda la creación es como una sinfonía majestuosa, la sinfónica de Dios o un gran coro compuesto de muchas partes armoniosas que juntas elevan cánticos de alabanza a Dios. 1. Lista celestial de adoradores (Sal 148:1-4). “Aleluya. Alabad a Jehová desde los cielos; Alabadle en las alturas. Alabadle, vosotros todos sus ángeles; alabadle, vosotros todos sus ejércitos.” (Sal 148:1-2). El Salmo inicia y finaliza con ¡Aleluya! El imperativo Alabad se repite siete veces. La alabanza llega a Dios desde los cielos. La grandeza de Dios también es maravillosa para los seres en los cielos. La adoración es el servicio que toda la esfera celestial debe a Dios. Aunque son poderosos, no hemos de adorar a los ángeles ni verlos como determinantes del destino; son coadoradores. Sus ejércitos pueden referirse a ángeles o estrellas; puesto que se mencionan estrellas en el v. 3, aquí el salmista está pensando en los ángeles. “Alabadle, sol y luna; alabadle, vosotras todas, lucientes estrellas.” (Sal 148:3). El sol, la luna y las estrellas adoran a Dios. Ahora sabemos que existen millones de estrellas en cada galaxia y existen millones de galaxias. ¡Qué sinfonía de alabanza sube a Dios desde los cielos! “Alabadle, cielos de los cielos, y las aguas que están sobre los cielos.” (Sal 148:4). La alabanza no sólo llega desde los cielos; los mismos cielos adoran. Cielos de los cielos habla de las esferas más elevadas. “Y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay, oí decir: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos.” (Ap 5:13). 2. Por qué lo alaban (Sal 148:5-6). “Alaben el nombre de Jehová; porque él mandó, y fueron creados. Los hizo ser eternamente y para siempre; les puso ley que no será quebrantada.” El mandó, con sólo su mandato fueron creados. Todos estos seres y estrellas deben su existencia a Dios. El los creó y los estableció, por eso tienen seguridad, por eso adoran a Dios. ¡Cuánto más deben hacerlo todos los “pequeños” seres humanos! Por tanto “Cantad a Dios, cantad salmos a su nombre; exaltad al que cabalga sobre los cielos.” (Sal 68:4). 3. Lista terrenal de adoradores (Sal 148:7-12). En los versos del Sal 148:7-12 alaban a Dios los monstruos marinos (Sal 148:7) “Alabad a Jehová desde la tierra, los monstruos marinos y todos los abismos”. El salmista desciende al planeta tierra para enumerar los adoradores. Grandes animales acuáticos normalmente se refieren a monstruos marinos que, en la literatura cananea, Dios los creó y le adoran. (Gn 1:21). ¿Cómo glorifican a Dios? Por estar sujetos a Él y ocupar el lugar donde Dios los puso, cumpliendo las funciones que Dios les asignó. “Las fieras del campo me honrarán, los chacales y los pollos del avestruz; porque daré aguas en el desierto, ríos en la soledad, para que beba mi pueblo, mi escogido. “ (Is 43:20). Los elementos como fuego y nieve alaban a Dios (Sal 148:8). Los montes y árboles también alaban a Dios (Sal 148:9), y ciertamente al contemplarlos en sus escenas “naturales” nos impulsa a glorificar al Creador. Después de hablar de toda la creación, incluyendo los animales, el salmista llega a los seres humanos. Desde los reyes hasta los niños, también deben adorar a Dios. (Sal 148:10-12). La alabanza a Dios une toda la creación, y lo que más puede unir a toda la humanidad es la adoración al Dios verdadero. “Reyes serán tus ayos,