1969. Caso real. La paciente con autoinmunes.
Comiendo con María (Nutrición) - En podcast av María Merino Fernández
![](https://is1-ssl.mzstatic.com/image/thumb/Podcasts221/v4/91/f4/f0/91f4f00b-0a82-bbee-6346-dd730b01aaf4/mza_5176613845002963077.jpg/300x300bb-75.jpg)
Esta paciente llegó a consulta después de años de malestar constante. Diagnosticada con síndrome de intestino irritable desde hacía tiempo, convivía con digestiones pesadas, hinchazón, gases y episodios de diarrea y estreñimiento. A esto se sumaba un cansancio extremo que no desaparecía con el descanso, caída del cabello, piel seca con brotes de eccema y una sensación generalizada de malestar.Tras meses de pruebas médicas, recibió un nuevo diagnóstico: hipotiroidismo de Hashimoto.Comenzó con tratamiento de levotiroxina, pero seguía sin notar mejoría. A nivel nutricional, había probado de todo. Desde eliminar el gluten y los lácteos hasta dietas bajas en FODMAP o cetogénicas. Ninguna estrategia parecía funcionar a largo plazo y, en algunos casos, sus síntomas incluso empeoraban. Se sentía frustrada y agotada, con la necesidad de encontrar una solución definitiva.Fase 1: Evaluación inicial y estrategia nutricionalEl primer paso fue comprender qué estaba fallando en su alimentación y cómo su sistema digestivo y su respuesta inmune estaban interconectados. A nivel analítico, presentaba anticuerpos Anti-TPO elevados, inflamación intestinal y disbiosis, con signos de permeabilidad intestinal aumentada.Se planteó un enfoque progresivo basado en tres pilares:Reducción de la inflamación y restauración de la barrera intestinalEliminación de gluten y lácteos debido a su impacto en la permeabilidad intestinal y en la activación autoinmune.Eliminación de ultraprocesados y azúcares refinados para evitar picos de insulina y desregulación hormonal.Introducción de alimentos ricos en omega-3 como pescado azul, semillas de lino y chía, frutos secos y aceite de oliva virgen extra.Aumento del consumo de polifenoles y antioxidantes a través de frutas y verduras ricas en compuestos antiinflamatorios.Reducción de solanáceas (tomate, berenjena, pimientos, patatas) y legumbres de difícil digestión en la primera fase.Optimización de la microbiota intestinalIntroducción progresiva de probióticos y prebióticos naturales, comenzando con fermentados suaves como kéfir de coco y chucrut en pequeñas cantidades.Uso de caldos de huesos y gelatina natural para ayudar a regenerar la mucosa intestinal.Aumento de fibra fermentable con tubérculos cocidos y enfriados, verduras de hoja verde y semillas mucilaginosas como chía y lino.Regulación del metabolismo y el sistema inmunológicoSuplementación estratégica con omega-3, vitamina D (por niveles bajos en analítica), zinc y magnesio para mejorar la función tiroidea y la calidad de la piel.Ajuste en la distribución de macronutrientes para evitar hipoglucemias reactivas y mejorar la estabilidad energética.Priorización de cenas tempranas y ayunos nocturnos de 12 horas para favorecer la reparación celular y la regulación del cortisol.Fase 2:Progreso y evoluciónA los tres meses, los cambios empezaron a notarse. La hinchazón y las molestias digestivas disminuyeron considerablemente, mejorando la regularidad intestinal. El cansancio, aunque no había desaparecido por completo, era mucho más llevadero, y la calidad del sueño mejoró. A nivel cutáneo, los brotes de eccema fueron desapareciendo.A los seis meses, las analíticas reflejaron un descenso en los anticuerpos Anti-TPO, y la inflamación sistémica había bajado. La piel estaba visiblemente más sana, con mejor hidratación y menos episodios de irritación. La energía aumentó hasta el punto de poder retomar una rutina de ejercicio sin sentirse agotada al día siguiente.A los doce meses, la evolución era evidente. Las molestias digestivas prácticamente desaparecieron, los niveles de inflamación estaban controlados y, aunque el diagnóstico de Hashimoto sigue presente, la enfermedad dejó de ser un obstáculo en su día a día. Su alimentación pasó de ser un campo de...